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Historias


El psicoanálisis ¡vaya timo!

El psicoanálisis ¡vaya timo!
de Carlos Santamaría y Ascensión Fumero

Ed. Laetoli
100 páginas
ISBN: 978-84-924220-1-2
13,00 euros

El psicoanálisis está repleto de afirmaciones extraordinarias. Freud nos dice cosas como que los bebés tienen una vida sexual muy activa, o que la mayor parte de los niños a la edad en que empiezan a acudir al colegio están enamorados de sus madres y desean matar a sus padres, o que las niñas envidian el pene y los niños temen ser castrados. Muchas personas creen que las afirmaciones del psicoanálisis pertenecen al campo de la ciencia y que debemos creerlas, por extraordinarias que nos resulten, porque han sido científicamente demostradas. Sin embargo —afirman Carlos Santamaría y Ascensión Fumero—, ni Freud ni sus seguidores demostraron jamás ese tipo de afirmaciones, ni con pruebas extraordinarias ni con indicios relativamente razonables. El psicoanálisis ha lanzado al mundo las ideas tal vez más sorprendentes sobre la psicología humana, pero no lo ha hecho tras considerarlas probadas. Estas afirmaciones son a veces simplemente falsas y otras sencillamente indemostrables.

Carlos Santamaría (Madrid, 1962) es doctor en Psicología y profesor de la Universidad de La Laguna e investiga sobre los procesos de razonamiento y comprensión. Ha publicado varios libros, entre ellos Introducción al razonamiento humano (Alianza, 1995) e Historia de la psicología: el nacimiento de una ciencia (Ariel, 2001) y diversos trabajos de investigación en revistas internacionales. Entre otros reconocimientos ha recibido el Premio Nacional de Investigación Educativa, y el Benito Pérez Armas por la novela Marina Miranda.

Ascensión Fumero (Santa Cruz de Tenerife, 1967) es doctora en Psicología y profesora titular del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de La Laguna. Su investigación se ha centrado principalmente en el área de la personalidad. Ha colaborado en la Universidad de York con grupos internacionales en el estudio del estrés. Actualmente participa en la Universidad de Princeton en el desarrollo de un proyecto sobre cómo razonan las personas con ciertas tendencias de personalidad.

Un fragmento del texto:
Pocas teorías han mostrado mayor ambición con un cuerpo de conocimientos tan exiguo como el psicoanálisis. La teoría psicoanalítica es capaz, supuestamente, de explicar el desarrollo humano, la implantación y desaparición de recuerdos, las enfermedades mentales, las normas sociales, el fundamento de cualquier manifestación cultural y hasta por qué nos hacen gracia los chistes. Una de las causas que pudo estar en la base de esta desmesurada ambición fue la propia arrogancia de Sigmund Freud. Con menos de 30 años, y cuando era lo que hoy llamaríamos un estudiante de postgrado a las órdenes de Jean-Martin Charcot, escribió una carta a su prometida comunicándole que había cambiado sus ideas, por lo que había decidido destruir todos sus escritos anteriores para que sus biógrafos no tuviesen información sobre sus planteamientos originales. En su opinión, las generaciones futuras buscarían esa información, pero el sufrimiento de sus defraudados biógrafos no le causaba tristeza. Lo más curioso es que Freud acertó: se han publicado multitud de biografías sobre él y aquellos papeles destruidos hubiesen sido, sin duda, objeto de estudio de sesudos eruditos.

Freud no se conformaba con lo que podía aportar la ciencia. Había publicado algunos estudios científicos sobre la médula espinal de las anguilas, los cangrejos de río y las larvas de las lampreas, pero esta línea de investigación no le hubiera reportado la fama que obtuvo tras abandonar el camino del método científico, ni tampoco, por supuesto, el dinero dejado por pacientes, libros y conferencias.

El método científico es necesariamente lento: lo que un investigador puede demostrar es siempre mucho menos de lo que es capaz de imaginar y escribir. Como hemos visto, Freud dispuso de un limitadísimo conjunto de observaciones, pero en su correspondencia de los últimos años llegó a decir que el psicoanálisis podría haber evitado la Primera Guerra Mundial. Sus seguidores tomaron buena nota de ese estilo y no se dejaron amedrentar por lo limitado de sus datos a la hora de construir explicaciones ambiciosas.
[...sigue en el capítulo 5: Del mito al timo]


2008-05-23 23:16 | Enlace




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